Desde Pula Provincia del Guayas Ma. Carmen Castaño, Catequista Sopeña de Guayaquil – Ecuador, nos comparte la experiencia de Semana Santa.
El Domingo de Ramos, iniciamos de nuevo nuestra visita al recinto Pula, que esta a una hora de Guayaquil. Habíamos dejado de ir desde el 10 de enero que les hicimos una fiesta con entrega de regalos por reyes. Como comienza la época de lluvias por fuerza hay que dejar de ir. Y siempre con la semana santa se da comienzo al curso.
El Domingo de Ramos fuimos todo el grupo que siempre va a Pula, Lucia Navarrete, Mayra Guamanquispe, Sarita Vélez, Miriam, y dos nuevas acompañantes, Viki y Alejandra, amigas de Sarita.
Nos esperaban con gran ilusión, ya tenían ellos preparados ramitos con flores, pero en todo caso les llevamos unas hojas de palma que tenemos en casa.
El Jueves Santo era día laboral y no podían acompañarnos casi ninguno del grupo, vino Maria Jesús y Mayra que no trabajaba. Acudió poquita gente, e hicimos un acto muy íntimo, sentados todos en corro alrededor de una palangana con agua, allí se les motivo a romper sus corazones negros, que los iban echando en el agua a la vez que se les lavaba los pies, y les dábamos un corazón rojo.
El agua del rio estaba muy subida y la escalera estaba tapada, la canoa se metió de lleno en el lodo, y salimos llenitas de lodo los zapatos que se nos quedaban pegados a él.
El Viernes Santo acudieron más familias del recinto. El vía crucis lo tuvimos que hacer solamente en la explanada de la escuelita, porque los camino estaban llenos de lodo, las familias iban llegando en las canoas, porque no podían ir por el camino.
Se tuvo el vía crucis y después la adoración a la cruz.
El Sábado Santo en la Vigilia Pascual, la tuvimos que hacer por la mañana porque por la tarde ya no hay canoas para salir. Al final de la Vigilia ellos se quedaron con el cirio y la cruz que se adoro el viernes santo, para que vayan pasando de familia en familia cada quince días. La familia que lo tiene se junta por la noche a orar un ratito ante el cirio y la cruz.
Tenemos la sensación que hemos sembrado nuestra semilla de la fe, en estas familias que viven tan aisladas.
¡FELIZ PASCUA!