Saludos desde la provincia del Azuay - Ecuador. Queremos contar nuestra experiencia en las Misiones de Semana Santa en dos Parroquias Rurales Sta Isabel y San Rafael de Zharug. Nuestro objetivo era llevar la buena noticia de Jesús y ayudarlos a vivir con profundidad el misterio del Triduo Pascual.
En coordinación con el P. Xavier Vaca y Angélica Quinto, apoyadas de otras Catequista Sopeña de Quito prepararon a un grupo de misioneros de Quito, Guayaquil y Cuenca para vivir esta experiencia.
Fuimos 24 misioneros entre Jóvenes y Adutos. Además se sumaron del grupo de Jóvenes de Sta Isabel y un joven del Recinto San Sebastian.
Vivimos esta experiencia en las Comunidades de Cañaribamba, Guayara, Chalcalo, Puenteloma, El Ramal, Sta. Ana, San Rafael, Cerro Negro, Sarayunga, El Pindo, Gramalote y Las Palmas. Los servidores de cada comunidad fueron a recogernos, otros fuimos con el P. Xavier que iba dejándonos en cada poblado.
Durante estos días se realizo visitas por las familias para invitarlos a las actividades de Semana Santa con prioridad a los enfermos o aquellos que no podían acudir a la capilla del poblado. Por la tarde nos esperaban niños y jóvenes para compartir con nosotros. En la noche de lunes a miércoles reflexionamos juntos en las Asambleas, uno de estos días celebramos un acto penitencial para preparar el corazón y acompañar a Jesús en el Triduo Pascual.
Los oficios celebrados a partir del Jueves Santo tuvo su riqueza y concurrencia, sobrevolando las diferencias para estar juntos en comunidad. Fue una auténtica catequesis ir compartiendo cada momento con la Ultima Cena, el Lavatorio de los pies, Hora Santa, Vía Crucis, Siete Palabras, Adoración de la Cruz, Pascua Juvenil y Vigilia Pascual. Nos insertamos en sus costumbres, procesiones y actos de fe que hablan de un pueblo donde vive Dios. A veces su imagen es muy clara y en otras está oculto a la espera de que los descubramos.
Las misiones son una experiencia de encuentro con Jesús en la historia y particularidad de cada hermano y cada pueblo. Nosotros fuimos muy resguardados por Dios con alegría, cercanía, consuelo y con la certeza de que esos instantes vividos Dios visitaba y tocaba el corazón de cada uno de sus hijos.
Dios hablo a nuestras vidas de diversas formas en esos días y nos convirtió en instrumentos hábiles para comunicar que todos somos hijos de Dios que nos ama y espera.
Gracias al Padre Xavier que nos acogió para esta experiencia, a todos los que participamos y cada persona con la que compartimos y aquellos que nos vinieron porque la lluvia de bendiciones que Dios dejo estos días llegó a cada rincón.